sábado, 20 de abril de 2013

Capítulo 9-- Demasiado Peligroso.


Entré en su habitación envolviéndole en un gigantesco abrazo y riendo.
--¡Alissa, ya, suelta, suelta! --rió él intentando apartarme.
--¡Nunca! Eres mi peluche --reí yo mientras Dea me apartaba.
--¡Me toca a mi! --exclamó abrazándole ella también.
--¡Me asfixiaréis! --gritó él.
Me senté a su lado en la cama mientras Dea se ponía en el sillón reclinable que había en frente. La habitación era deprimente y las ventanas daban al cementerio. Más deprimente aún.
--¿Qué tal? --dije yo, preocupada, mirándole a los ojos.
Esbozó una media sonrisa adorable y fue a pasarse las manos por el pelo, pero las bajó al darse cuenta de que, bueno, estaba calvo. También estaba más delgado, sería cosa de la quimioterapia. Pero seguía siendo Lucas, con sus ojos y su sonrisa. Y era lo que importaba. Eso y que por dentro fuese él y él siempre era... bueno, él.
--Bien, Alissita. Estoy bien y ahora no me preguntes que si estoy seguro de que estoy bien porque lo estoy --sonrió, cansado.
--No te lo crees ni tú, Lucas. Estás cansado y deprimido, se te nota en la cara --dije yo mirándole preocupada.
Me pasó un brazo por los hombros y Dea se levantó.
--Aquí sobro, os dejo solos un ratito, tortolitos. No hagáis nada que una croqueta no haría --dijo sonriendo y saliendo por la puerta.
--¿Que no hagamos nada que una croqueta no haría? --preguntó Lucas riendo.
Empecé a ponerme nerviosa. Lucas estaba muy cerca y estaba apretándome contra él con cariño.
--Sí, es una expresión suya --puse los ojos en blanco, riendo yo también y apoyando la cabeza en su hombro--. ¿Qué te pasa?
--Sus expresiones son extrañas --rió, y de repente se puso serio, sin responder a mi pregunta.
Le miré extrañada y me acordé de lo que tenía que contarme. ¿Qué sería? Iba a preguntarle, pero abrió la boca para volver a hablar.
--¿Te acuerdas de lo que te tenía que contar? --dijo mirándome.
Que si me acordaba, decía...
--Sí. Y tanto --reí.
--Luego te lo contaré...--sonrió-- ¿Bailas?
Solté una carcajada. ¿Quería bailar?
--Vale, sé que no bailas... --suspiró-- Pero quiero marearte --rió.
--De acuerdo, ven --me levanté y le cogí las manos, llevándole hasta el centro de la habitación.
Riendo, empezó a hacer que diese vueltas, esperando que me marease, riendo. Cuando me soltó, para demostrar que no estaba mareada, hice una voltereta sobre su cama y me quedé tumbada de lado, mirándole.
Se acercó y me cogió las manos pegándolas a la cama y agachándose para besarme, mordiéndome el labio, lentamente. Se separó unos milímetros de mi y susurró:
--¿Te cuento eso?
--Sí --dije sin dudarlo un instante.
--Adelantan mi operación a Navidad... --susurró.
--¿Por qué? --musité mirándole a los ojos.
--¿La verdad?
--Toda la verdad y nada más que la verdad.
--Es demasiado peligroso atrasarla más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Comentas? *cara de gatito enfermo*