lunes, 1 de abril de 2013

Capítulo 2- Dylan


Cuando vi su coche girar en la esquina me tuve que obligar a mi misma a no llorar, a contener las lágrimas y a darme la vuelta para irme a mi casa. Al girarme, me choqué con alguien y me caí al suelo.
--¿Alissa?-- dijo Dylan.
Dylan era un chico de mi clase rubio y de ojos impresionantemente verdes. Nunca habíamos hablado mucho, porque él era el popular de la clase y yo era más bien la marginadilla que se pasaba el día leyendo. Que yo supiese, ese chico era un chulo e iba de guay por la vida. Siempre se metía con la gente --normalmente conmigo-- insultándole y tirándole las cosas al suelo. Pero eso había sido hasta mitad segundo de la ESO, cuando había empezado a salir con una compañera, Plissa, que le había cambiado. Había pasado a estudiar, a ser amable con todo el mundo y a tratarme incluso bien. 
--Ah, hola Dylan--dije yo levantándome y sacudiéndome las manos.
--Perdona, estaba en mi mundo--dijo él.
--No, era yo, venía de despedir a Lucas...--suspiré. Me dolía recordarlo.
--Es verdad, oí algo de que tenía cáncer, ¿no? --dijo él.
Cerré los ojos conteniendo las lágrimas. ¿Tan poca delicadeza tenía ese chico? 
--Sí --suspiré--. Se ha ido a la ciudad para que le hagan quimios y eso.
--Oh... Lo siento. ¿Salíais, no?
Le miré sorprendida.  ¿Era adivino o qué? No salíamos, no antes del beso de hacía un par de horas. No sabía si mantenerlo en secreto o no, pero pensé que mejor que no lo supiese nadie. Si pasaba algo, lo cual dudaba, la gente se sentiría mal por mi mejor amigo, no por mi novio.
--No, ¿por?
--Porque como siempre estáis juntos...
--Es porque somos amigos --expliqué--. Nos conocemos desde los tres años, siempre hemos sido amigos. 
Me sentía mal por mentirle, pero tampoco es que fuésemos grandes amigos. Pero es que odiaba mentir, soy demasiado buena, desde siempre. Igualmente, no era una gran mentira y técnicamente no salíamos juntos en ese mismo instante.
--Oh, perdona --sonrió--. Igualmente te habrá afectado que se haya ido si os conocíais desde hace tanto tiempo, ¿no?
--Un poco --dije con un suspiro--. Pero bueno, me ha dicho que no esté mal, que se recuperará. 
--Todos esperamos eso. ¿Quieres tomar un helado? 
--¿Eh? Vale--reí--. ¿Dónde?
--¿En Petite Ice Cream?--sugerió encogiéndose de hombros.
--Vale--sonreí yo.

--Un helado de nata con ositos--pedí yo cuando Dylan pidió su helado.
--¿Ositos?-- se burló él.
--Sí, ositos. Los ositos son para gente mayor como yo--dije yo cogiendo mi helado.
--Comprendo--dijo riéndose y cogiendo su ChocoHelado--.  Aunque creo que no era así. Mmm... ChocoHelado.
--El HelaSito está mejor--dije yo.
ChocoHelado y HelaSito eran los nombres que les habíamos puestos a esos dos helados en particular entre todos los compañeros de clase. El ChocoHelado era el helado de dos bolas de chocolate negro y el HelaSito era el helado de nada con ositos de chocolate blanco, aunque también podía ser helado de chocolate blanco o de vainilla. También estaban el FresiDo, el helado de fresa; el LimaDo, el helado de limón y el HelaNilla, de vainilla, entre otros.

--Te has manchado la nariz--dijo él pasándome una servilleta cuando nos sentamos en una mesa apartada en una esquina.
Cogí la servilleta limpiándome la nariz.
--Gracias --musité.
--¿Me das un osito? --miró el helado con hambre-- Porfa.
--¿No eran para niños? --repliqué lamiendo el helado.
--No, no eran para niños. ¡Por favor!
No puede evitar soltar una carcajada y acercarle el helado.
--Va, coge uno, que hoy estoy amable.
Cogió un osito con los dedos procurando no mancharse y lo sujetó con los dientes.
--Gracias --dijo aún con el osito entre los dientes, haciendo que su ''gracias'' sonase como un ''asias''.
--De nada, pequeño Dylancito-- reí atrapando un osito con la lengua.
--¿Dylancito? --preguntó estupefacto.

Cuando acabamos los helados, se ofreció a acompañarme a casa y yo acepté, por supuesto. Dylan me caía bien, cosas que habían pasado a los trece años, teniendo dieciséis, no importaban. Me dejó en la puerta, con una colleja cariñosa de despedida. Me di cuenta de que no había pensado en Lucas desde que me había encontrado a Dylan. Hablaba de cosas superfluas y me distraía, me sentaba bien estar con él. 
Subí a mi habitación y le envié un mensaje a Lucas, preguntándole dónde estaba. Poco después me llegó su contestación, diciéndome que aún le quedaba bastante trecho para llegar a Valencia. Después de todo, solo había estado un par de horas con Dylan. Le envié un mensaje, diciéndole que se durmiese. Me llamó.
--¿Sí?--dije cogiéndolo.
--Estaba durmiendo hasta que me mandaste el mesaje.
--Sabes que te quiero, perqueño.
--Es mutuo. ¿Qué tal por ahí?
--No sé. He tomado un helado con Dylan.
--Ya, ya... Helado--dijo con un tono que seguramente iría con un movimiento de cejas hacia arriba y hacia abajo.
--Sí. Helado--reí--. ¿Algún problema?
--No, eres libre de morrearte con quien quieras en la heladería que quieras comiendo lo que quieras--bromeó--. Bueno, voy a ver si duermo sin interrupciones, ejem, ejem, luego te llamo. Adiós.
--Hasta luego--dije colgando.
Esperaba que todo eso fuese en broma. Después de todo, era él el que quería que estuviésemos separados, yo podría haberle esperado. Solo quería distraerme un rato. Ahora no me podía sacar las dudas de la cabeza. Perfecto.

1 comentario:

  1. Qué mono Dylan *-* Me huelo cosas raras entre esos dos...

    Ya que estoy, hago spam xD www.hopingthereality.blogspot.com Vale, ya me callo y sigo leyendo.

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¿Comentas? *cara de gatito enfermo*